En las últimas décadas en México ha sido claro que una de las actividades más rentables para el país y para los habitantes de nuestras maravillosas ciudades mexicanas es el turismo.
La Ciudad de México, Cancún, Acapulco, Guanajuato, Oaxaca, Los Cabos, Palenque y, en fin, un sinnúmero de destinos son notablemente atractivos a la gran cantidad de turistas, ávidos de experiencias, que vienen cada año o incluso con mayor frecuencia.
Los gobiernos de Colombia y Perú también han realizado un extraordinario trabajo con sus marcas, y la atracción turística que han generado es notable. En el mismo caso está Costa Rica, Australia y España, países que, de manera proactiva, trabajan para generar un activo intangible de sus valores, cultura y servicios turísticos.
La idea de generar intangibles que avalen la calidad de los productos o servicios no es nueva, pero esta corriente de generar valor a los países y ciudades con una marca está siendo muy exitosa.
La marca país debe ser una estrategia que proponga la visión a largo plazo que tiene el país, pero también una estrategia para alcanzarla. Lo importante es que esta estrategia debe ser corresponsabilidad de los sectores público y privado, la academia y la sociedad en general.